Desde el Conductismo Social, lo que ocurre en un paradero de micros del Transantiago, respondería a una conducta emitida por los transeúntes que se encuentran en dichos paraderos, que actúan de una manera determinada , como respuesta a estímulos del medio. Esta forma de actuar, es dada por un conocimiento tácito de las posibles "normas" que implican el estar en un paradero de micros. Son "reglas" definidas por la sociedad y modificada por esta misma, como sucedió actualmente con la nueva regla de hacer filas en algunos paraderos, reemplazando la acostumbrada manera de subir a las micros, en donde todos se avalanzaban sobre la puerta principal. Estos comportamientos son socialmente aceptados y por ende, continuados por los mismos usuarios del sistema de transporte. Se siguen ciertas conductas determinadas dadas por este conocimiento integrado en el repertorio conductual de los pasajeros y son estos mismos los únicos capaces de generar cambios en los establecidos comportamientos.
Desde el conductismo social, esto demuestra que los individuos son capaces de seguir ciertos comportamientos, independiente de lo que es o no "correcto" hacer, sin necesitar de mayor meditación al respecto, sino que sólo se sigue el comportamiento, al observar que el resto de los sujetos lo ralizan. Muchas veces estos comportamientos no tienen mayor fundamento, ni explicación lógica, como lo que ocurrió en la intervención que se realizó un paradero, en donde algunos observadores (nosotros) le dieron dinero a un sujeto que tocaba armónica (el cómplice), y esta conducta fue seguida por algunos individuos que se encontraban esperando la micro, demostrando que las personas siguen conductas emitidas por los demás, como un "comportamiento de masa" en donde no se necesita deterse a pensar en lo que se está haciendo, sino que sólo se imita.
martes, 9 de octubre de 2007
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